miércoles, 30 de noviembre de 2016

Atención al cliente. ¿En qué puedo ayudarle?

La atención al cliente de la gran mayoría de operadores de telefonía, tienen una eficacia directamente proporcional al servicio global que te ofrecen. 

No es sarcasmo, es realidad.


Si la empresa de telefonía tiene una Asistencia técnica, tanto presencial como telefónica, con un nivel muy alto, la atención al cliente es atenta y buena. En cuanto la asistencia técnica empieza a tener un nivel ligeramente medio o algo bajo, la atención al cliente… no es bajo, es inexistente.

Y ya no hablemos de facturación. Sea el nivel de servicio global que se tenga, la facturación es siempre la misma en cualquier operador: pésima. Este departamento está en constante navidad, no porque reparten amor y felicidad, sino por “te cobran y te vuelven a cobrar”, antes de solucionar el problema con una factura. Y después, lo que les cuesta deshacer su error. Son empresas que quieren hacer dinero, sin importarle si los errores les puede costar mucho.

Un oficial compañero del curro en la Estrella de la Muerte, no recuerdo si de tropas de choque o de algún nivel administrativo, ha comentado los problemas que tiene con una factura del móvil de su esposa. A lo que le explico un par de ejemplos por los que Papá Vader ha tenido que pasar por el mismo problema: la “desatención” al cliente de las empresas de telefonía.

Y no conozco aun a nadie que si han tenido un problema con una factura, no le haya pasado lo mismo.

Hace muchos años, cuando la única operadora era Telefónica, a mí me cobraron (mejor dicho, intentaron cobrar) 75.000 ptas., de una factura, cuando lo normal era pagar sobre los 1.500 ptas. al mes. En cuanto me llegó la factura, observo que desde mi número de teléfono se han hecho dos llamadas, a Inglaterra, de media hora primero y una hora después uno más de 25.000 ptas. y el otro cerca de  45.000 ptas., los dos el mismo día. Hablo con el departamento de facturación y expongo mi queja, ya que yo no he hecho estas llamadas y sé que, haciendo un trabajo simple de “arqueología” telefónica por parte de sus técnicos, pueden saber desde donde se ha hecho la llamada, si desde mi teléfono fijo (si, eran fijos en aquel momento), desde la caja de conexión de la calle o desde el nodo más cercano.  La señorita que me atendió, muy borde por cierto (y lo digo de forma suave, muy suave) me informó que hasta que no pagase esta factura no iban a hacer nada para averiguar si tenía o no razón. Un amigo que trabajaba en Timofonica (perdón, telefónica), me hizo este favor antes de llamar y descubrió que estas llamadas se hicieron desde el nodo de Horta (Barcelona), por lo que lo más seguro es que un empleado de esta compañía pincho mi número desde la central de Horta. Cuando pregunto si después de pagar la factura se demuestra que tengo razón, si me devolverán el dinero. Y la respuesta fue más sorprendente aun.

- “Nooo!!, se le ira descontando el 10% del importe entregado a cuenta en las sucesivas facturas, hasta que Telefónica haya entregado el dinero amablemente adelantado”. - ¿¿importe a cuenta? Ante mi enfado, la simpática señorita me colgó en medio de mis preguntas siguientes, diciendo, sin dejarme hablar -“ya está todo hablado y que sí o sí, tiene que pagar antes de reclamar nada”.

Evidentemente no pagué y durante 10 años no he podido tener un teléfono a nombre de Papá Vader. Y me ha dado igual fue la época que empezaron a salir los teléfonos móviles de prepago.

Pasados los años, mientras trabajaba con un zapatófono de prepago, que mucha utilidad me dio, y con los móviles de empresa que desde entonces he estado constantemente llevando, no tuve ningún problema. Tengo que decir que Airtel (actualmente Vodafone) se comportó siempre muy bien conmigo, ante cualquier duda o problema. Hasta que cambió a Vodafone.

A parte que después de ser absorbidos por la empresa británica, constantemente me cambian de tarifa sin mediar palabra, sin informa, sin consultar, por ser de prepago. Decido poner los móviles que tengo (el de Papá Vader, Mamá  Vader, Luke y Leia), de forma nominal, a nombre de Mamá Vader, ya que me indican que me darán mucho mejor servicio de esta forma. Lo que hago es pagar más cada mes, porque el calvario con Vodafone, continúa. Y por lo que tengo entendido es más o menos igual con cualquier otro operador.

En un momento determinado, el número que tengo actualmente asignado a mí, se queda bloqueado y sale un mensaje que debo hablar con atención al cliente, por tener un saldo negativo. Lo primero que hago es hablar con el resto de la familia Vader, pero ninguna tiene el teléfono bloqueado.
Curioso.
Miro también a ver si la factura se ha pagado, y llevamos más de 15 días con la factura en curso pagada. Y todos los meses anteriores, en los últimos 4 años, sin problemas de pago.
Muy curioso.

Decido por fin hablar con atención al cliente de Vodafone. Al exponer mi problema, la conversación se transforma en un diálogo de besugos.
- Le habla kjlljbuin (nombre inaudible de lo rápido que lo dice y mal vocalizado) de Atención al Cliente de Vodafone, ¿en qué puedo  ayudarle?
- Hola Soy Papá Vader y mi número es el 666 666 666. Me han bloqueado el móvil y me gustaría saber porque.
- Dejeme ver… le ha sido cortada la línea por falta de pago.
- No puede ser ya que tengo todo corriente de pago –empiezo a ponerme nervioso y a alucinar.
- El ordenador nunca se equivoca y si dice que usted no ha pagado es que no ha pagado –ya empieza con sorna borde y a elevar el tono de la voz.
- Verá señorita, tengo 4 móviles en la misma factura y sólo tengo este bloqueado.
- Ah!! Entonces hemos cometido el error de no bloquearle el resto. Espere que procedo a bloquearle los restantes. ¿Me puede facilitar el número de los otros 3 móviles?

Si me hubiesen visto sin la máscara, se habrían dado cuenta de que tenía el rictus de la cara de estar alucinando, tras la ingestión de una gran cantidad de setas alucinógenas.

- A ver… ¿no ha dicho el ordenador nunca se equivoca? ¿Por qué no tengo bloqueado el resto? –y todo con tono de alucinado.
- Caballero -el tono de la señorita era casi gritando en ese momento -, no se entera usted de nada -¡y encima faltando el respeto!- No sé porque no están todos bloqueados, pero esto lo puedo hacer yo sin problema ¿me puede facilitar el resto de números?  ¡¡Es su obligación!!
- No entiendo!! – no sé si pensar que no tiene muchas luces o que me está tomando el pelo y esto es la cámara oculta – Primero no me grite y no me falte el respeto.
- Yo le falto el respeto porque usted no le da la gana de colaborar y si le chillo es para que se entere, que parece sordo!!
- A ver –Prefiero pasar de lo que me dice, está fuera de sí- A parte que en el ordenador debería aparecerle los 4 números de teléfono, no me tendría que decir que me va a bloquear el resto de móviles sino que debería solucionarme el problema o darme un explicación al respecto. Por favor deme su nombre y páseme con un responsable, por favor.
- ¿Sabe, señor Vader? Han pasado más de 10 minutos y no puedo seguir hablando con usted.

Y cuelga…

Me costó unos 30 segundos en reaccionar y lo primero que salió de mis cuerdas vocales fue “¡Hija de Puta!”.

Me hago una tanda de respiraciones para calmarme, y vuelvo a llamar. Esta vez el caballero que me atiende está por la labor e incluso sabe el nombre de la señorita que me ha atendido antes, ya que me indica que todos los operadores quedan registrados en el programa de forma automática por cada gestión realizada (o sea, con muy pocas luces).

Al principio me indica que es por falta de pago, como me decía al principio su compañera, pero al indicarle que no todos los teléfonos estaban cortados, mira la ficha y me confirma que estoy al corriente de pago y que esto no es normal. Me deja en espera un momento (no llega ni a 5 minutos) y cuando retoma la conversación me dice:
- Siento mucho lo pasado, Señor Vader. Ha habido un error, posiblemente por algún numero mal, que ha hecho que le bloqueásemos el móvil cuando no tenía que ser así. Me dicen que en breve se le restaurará.

Dicho y hecho. Antes de colgar, recibo un mensaje en el que me indican que la línea del móvil ya está restablecida.

Conversación con la desagradable mujer del principio, entre 15 y 20 minutos, sino más. 

Conversación con el caballero eficiente, no creo que llegasen a los 8 minutos. La primera llamada sin solucionar, y la segunda, completamente solucionado.

Y como esta, podría contar muchas más de Vodafone.

Cuando decido cambiarme a Orange, por precio y prestaciones, un señor, muy desagradable de Vodafone, me  llama y me amenaza con no liberarme el móvil si no pago por segunda vez la factura pagada hace algo más de 48 horas.

A este señor desagradable, que no me deja hablar en todo el rato que lanza sus amenazas /si, si, amenazas del tipo denuncia, policía y prisión), en cuanto puedo hablar y le comento que la conversación está siendo grabada y que soy socio del OCU (y es dicho tal cual), este se calla durante unos segundos, cambia el tono a agradable e intentando hacerse el simpático, me dice que no es legal grabar la conversación sin su permiso, a lo que le contesto que las amenazas vertidas son menos, mucho menos legales y que un juez me dará la razón ante daños y perjuicios.  El desagradable cuelga, sin mediar más palabra. Cinco minutos después llama otra persona, un caballero muy agradable y con tono de buen amigo, pidiendo perdón y que no se habían dado cuenta del error que habían sufrido, ya que el pago esta hecho desde hacía dos días. Me informa que me liberan de la compañía y que puedo ir a Orange.

Curiosamente, esta misma conversación se repite, un año después.
Pero lo divertido es que cuando le informo que no me pueden bloquear el traspaso porque llevo un año en Orange. El insultón (que podría ser el mismo de hacía un año, no sabe que decir ni pide perdón y cuelga. Mamá Vader me pregunta si el equipo de sonido de mi mascará se ha estropeado, ya que hacía tiempo no me había oído reír tanto ni tanto rato.

Y después empresas como Movistar, Vodafone o Jazztel se preguntan porque pierden clientes constantemente.

Ante estas situaciones, siempre me viene a la mente aquella frase de “si pagas con cacahuetes, contratarás sólo monos”.


Papá Vader. 

domingo, 20 de noviembre de 2016

La ineptitud de los mandos.

Hace unos días, a raíz de una conversación, saqué del baúl que tenía bajo llave en ese desván llamado “recuerdos”, una historia curiosa que me pasó estando en el ejército, en el 85.

Al abrir mi pequeña caja de Pandora particular, he visto de refilón las cosas negativas de esos dos años de mi vida, que en su mayoría fueron buenas o aceptables para haber estado en el cuerpo de los almogávares, como compañeros heridos en maniobras, la disciplina legionaria, compañeros frustrados y amargados por haberse alistado, el “puteo” del veterano reenganchado que quiere ser expulsado antes de tiempo, aunque sea con deshonor,… Cosas malas o no tan buenas como el resto que no tengo guardadas en el baúl.

Como decía, estuve hablando con un amigo sobre la ineptitud de los mandos en la actualidad, recordando un caso, ni bueno ni malo, sino simplemente curioso que me paso en unas maniobras, y no dista mucho de ser diferente la actitud actual de la de hace 30 años.

En estas maniobras, después de toda una mañana de constante traqueteo (traqueteo de las MG 47 de mi sección de armas de apoyo, se entiende) nos dieron descanso para ir a comer. Acabábamos de empezar a comer cuando un par de ráfagas perdidas de alguna MG de otra compañía, impacto entre las hileras de los vehículos donde estábamos descansando. No paso nada más… bueno, sí, la ineptitud y cobardía infame de algunos mandos. De los mandos superiores de la compañía.

Nada más empezar a caer los primeros impactos, todos los que estábamos cerca de estos (a mí me pasaron a menos de un metro) tuvimos los reflejos ávidos y nos ocultemos, algunos debajo de los jeeps, otros, como yo, detrás de uno de ellos. Pasados unos instantes fui de los primero (o el primero, no lo sé) de sacar la cabeza para ver de dónde venían los disparos. No se veía nada, ningún destello. Seguía el silencio en mi entorno inmediato, sólo oía mi respiración y los latidos de mi corazón. Y la adrenalina por las nubes. Entonces oí a unos 50 metros gritar al capitán algo a su radio sobre que tenía que ponerse en contacto con Plana Mayor para avisar del alto el fuego. Han pasado más de 10 minutos.

Mientras, yo decidí terminado de comer, ya que no había más disparos y el silencio seguí latente.

Mientras tanto, el teniente de nuestra sección de armas de apoyo, “mi teniente”, estaba histérico perdido, blanco como la nieve y no paraba de correr de un lado para otro y de chillar cual quinceañera asustada, daño saltitos absurdos y diciendo, creo, algo como “todos a cubierto” una y otra vez. Si hubiesen vuelto a disparar, fijo que le hubiesen impactado, ya que no paraba de estar en medio de todos los sitios, y con las partes bajas mojadas (y no es broma).

Este teniente, (ya no recuerdo el nombre, pero lo llamábamos “Lo Torpe”, ya que con sus casi 2 metros de altura era capaz de tropezar y caerse de cabeza en medio de un desfile,… o casi), pasados ya unos 15 minutos después de la ráfaga de balas, se dio cuenta que yo estaba oculto tras un jeep y terminando de comer. Esto le puso más histérico aun y me pregunto porque no estaba como él (supongo que se refería a histérico). Al responderle, cuadrándome como se debe hace, que hacía más de 15 minutos que no nos disparaban, que no debía preocuparme más, entonces chilló algo ininteligible para mí, dándole una patada a mi bandeja de comida y tirando lo que me quedaba de la comida por el suelo. Menos mal que era un teniente, que sino… y sobre todo a que salió corriendo, pálido como el mármol blanco de las esculturas de un cementerio, dando saltitos absurdos y chillidos de quinceañera, en pos del capitán.

Pasados unos diez minutos más, y después que nuestro teniente se perdiese tras una pequeña loma con un pequeño muro, vestigio de algún cercado de la casa abandonada en medio del campo de maniobras en el que nos pusimos a descansar, dejando a su sección, a todos nosotros (unos 30 paracas) tras los vehículos a 50 metros de distancia, oí como me llamaba el segundo al mando de la compañía, el Teniente Alcaide (que después, y supongo que a raíz de este incidente, se convirtió en el teniente de la sección de armas de apoyo), para que avisara al resto de compañeros que cogiésemos nuestros bártulos y nos fuésemos tras la loma, donde se refugió el resto de la compañía tras la única ráfaga sufrida. Avise a los sargentos y estos organizaron, con calma y orden, como dos buenos profesionales, nuestra “retirada” hacia la loma, de forma escalonada, quedándome yo para el final junto con los sargentos. A mi teniente le repateó que no corriese como él, y que me lo tomase con calma y frialdad.

Al llegar tras la loma, otra imagen absurda de ineptitud suma. Nuestro capitán escondido (porque no podía enterrarse) tras el pequeño muro de escasamente un metro de altura, y de piedra maciza, iba dando órdenes… raras, como por ejemplo obligaba al segundo oficial a que mirará con prismáticos por encima del muro, pero sin asomarse en exceso y que le informara constantemente, con frases como “¿Qué está pasado?”, “¡informe!”, “¿ve alguna cosa?”, “¡informe!”,…, pero sin asomarse él para nada. Todo ello con un mapa del campo de maniobras en sus manos y estar constantemente diciendo al resto de tropa que estuviesen tirados al suelo y que no levantásemos la cabeza… y eso que estábamos tras una loma de cerca de 10metros de alto…

A todo esto, ya llevábamos más de 20 minutos desde las ráfagas de balas.

En vista que el radio de compañía no se ponía en contacto con Plana Mayor, el Teniente 2º al mando me preguntó si sabía la frecuencia de contacto con ellos. Le informé que sí y que acababa de cambiar la pila seca de mi AN/PRC77, ya que estaba viendo que mi compañero de transmisiones, el cabo radio de compañía, no contactaba y se entrecortaba el sonido, muy característico de cuando nos estábamos quedando sin batería. Saqué mi libreta con las frecuencias del día en curso y, antes de llamar solicite me indicasen la posición en la que estábamos. El Capitán, con el plano en la mano, no tenía ni idea de donde estábamos, o no entendía mi “extraña” solicitud. El 2º al mando, con una pequeña fotocopia de la zona, me dio nuestras coordenadas. Inicie el contacto por radio y a la primera hablé con Plana Mayor, indicándole lo sucedido y nuestras coordenadas. Un minuto más tarde, nos informaron que los disparos accidentales hacia casi media hora que habían finalizado y que sentían mucho nuestra situación.

Realmente el radio de Plana Mayor, el cabo 1ª que me instruyo en comunicaciones, se sorprendió mucho que le llamásemos pasada media hora después de los hechos. Y, como sabía que no podía hablar, (habíamos congeniado bien, aun siendo de otra compañía; los dos éramos del mismo barrio de Barcelona), me hacía preguntas y yo contestaba con monosilábicos (si, no, ok, no sé,,…) y dio en el blanco con las preguntas respecto a nuestro radio de compañía, ¿tenía la frecuencia del día en la radio? (respuesta: no sé),  ¿la pila estaba agotada? (respuesta: Si), ¿se había actuado con el protocolo correcto para estos casos? (Respuesta: no). El 2º al mando me miraba, oía mis respuestas (y yo intentando no mirarlo), pero creo que sabía lo que me preguntaban, ya que se reía, incluso a carcajada, meneaba la cabeza mirando al capitán y a su radio, y me confirmaba lo que decía asintiendo… Aquí debo decir, que cuando me pidieron que hiciese yo la llamada, el cabo de transmisiones se dio cuenta y cambio al dial que acababa de poner yo; él tenía el del día anterior. Más tarde me “pidió” que no se lo dijese a nadie (bueno, como él era cabo y yo no, me “ordenó” no decir nada), pero el Teniente, 2º al mando de la compañía, también se dio cuenta de su cambio de dial… Este teniente venia de la SADA y por lesión tuvo que pasar a nuestra compañía. Era todo menos tonto,  primeraco de su promoción y, antes de la lesión, a punto de ser ascendido a Capitán. Exigente y duro con su gente en el trabajo militar, pero humano y comprensivo cuando se le necesitaba.  Lo dicho podría ser de todo menos tonto.

Al cabo de transmisiones, el radio del capitán… al llegar al cuartel, pasó a ser cabo de pelotón.

Y ese fuel el principio del fin de mi carrera militar. Ver tanta ineptitud en los mandos, me tiro para atrás mis ganas de reengancharme dos años más en el ejército. Si todos los mandos se lo tomasen más en serio, aunque fuese “algo” parecido como el 2º al mando…

Desgraciadamente de estos (y peores) me los he encontrado en la vida laboral, también como mandos;  o sea, salir del fuego para caer en las brasas.