domingo, 7 de octubre de 2012

La falta de Palabra


Es increíble como existe gente que puede estar considerado como alguien serio, cuando la realidad dista mucho serlo de verdad.

Esta semana pasada, en mi trabajo, me encuentro con un “profesional” que asegura saber mucho de lo que dice conocer, por lo que me asegura que todo lo que presenta en el informe con valoración, a entregar a un cliente, es cierto y verídico, asegurándome y “dando” su palabra verbalmente de que si no es correcto, por el mismo precio rectificará el diseño de lo realizado sin coste alguno.  Como no me creo actualmente estas “promesas verbales”, hago una prueba muy sencilla; aprovechando que el cliente pide una modificación del proyecto, ya que detecta una parte no correcta, hago ver que el cliente ha aceptado todo, pero encuentro que una parte del proyecto no es correcta y se debe modificar. La “no-sorpresa” ha sido cuando este “profesional” me pasa un nuevo precio, sin informe esta vez, en la que indica que es un precio a añadir al de la valoración inicial. En cuanto le informo de su “promesa verbal”, este con todo su potencial de falta de educación y prepotencia, insultándome a mí, su cliente, y decirme que no me entero y no se hacer mi trabajo, me indica que mejor que él hable con mi cliente para cerrar él su operación y así poder facturar él directamente. No tengo claro de que si accediese a este ultimátum me pagase la parte de mi trabajo, más cuando ha faltado a su palabra y está estafándonos a mí a mi cliente. Mi solución: buscar otro profesional para cerrar el trato con mí cliente.

Pero esto no es sólo algo puntual dentro del mundo laboral… ni en el de los hobby.

Hace unos meses me encontré metido en un problema a nivel extranjero que, sin cortar ni comer, me lo metieron a la fuerza y me acusaron incluso de ser el promotor del mismo.

Hubo una persona que a nivel internacional falto el respeto públicamente a una serie de personas de diferentes países. Los ofendidos empezaron a exigir la rectificación de esta persona, de forma pública, pero esté incluso indicó que yo estaba detrás de esta “conspiración” en su contra, por el simple hecho de conocer a unos pocos de estos ofendidos, que a la mayoría de ellos, ni por asomo sabía que existían. Al protestar y estar hablando durante casi dos horas con él mediante chat, este se comprometió personalmente a pedir perdón públicamente y a realizar una declaración respecto al problema, dando como aval su propia palabra, pidiéndome a cambio que abogara en su favor para mediar con la discusión con una tercera persona.

Lo lamentable es que a las horas estaba de nuevo a las andadas, con más fuerza, insultando nuevamente a la gente de estos países, a los ofendidos. Pero su falta de palabra fue más lejos todavía, ya que empezó a “exigirme”, no sólo que abogara en su favor sino que incluso llegó a decir públicamente que era yo el que me comprometí a “solucionar” el problema que él había creado, diciendo que era yo el que debía hacerlo. No cumple su palabra y desea que la parte del trato a la que me comprometo, que tiene un condicionante, el condicionante que él debe realizar antes, “debo” realizar quiera o no quiera, ya que si no me amenaza con hablar mal de mi internacionalmente.

Afortunadamente a mí eso no me importa. No me importa si soy conocido o no internacionalmente. No me importa si tengo o no seguidores de lo que hago o digo. El único que tiene las de perder si no pide perdón es él. El único que tiene las de perder si pide perdón es él. Gran dilema: pedir o no perdón; haga lo que haga, quedará mal. Eso es lo que pasa cuando existe gente que crean seguidores en base a mentiras y expectativas que no se cumplen.

Lo que realmente me da lástima de esta historia, que seguro que más de uno de vosotros, los lectores, lo ha podido sufrir en carnes en alguna ocasión, es que exista personas que no le den valor a su propia palabra, a sus propios compromisos, a sus propias decisiones, a su propias responsabilidades.

Lástima, de verdad de la buena, me da mucha lástima la gente que gente que escribe, dice y hace no reconociendo lo hecho y quiera no sólo esconder la cabeza cual avestruz en un agujero bajo tierra o bajo su ala, sino que esa irresponsabilidad quiera que se la suplan otros, conocidos o no, de la misma forma que los niños pequeños hacen cuando tienen 4 ó 5 años, cuando le piden a su papá que le solucione el lio que han montado.

Realmente una lástima que no quieran reconocer como son y no quieran cambian, responsabilizándose de todo ello.

Una lástima.

Pero esta gente va a más. Incluso para poder “razonar” esta falta de responsabilidad, llegan a intentar demostrar, con falsos hechos, con palabrería barata, que mentir y faltar a su palabra es de gente seria, de personas de provecho, de gente en la que se puede realmente confiar… Y no se dan cuenta que realmente esto sólo lo hacen la gente débil, gente que no ha madurado, gente con fobias, miedos, en definitiva. Y en cuanto más grande es el problema que han generado y más es su insistencia en demostrar que él no tiene la culpa ni el que lo ha provocado, más se demuestran sus fobias; fobias a no triunfar, fobias a no ser reconocido por otros, fobias a no poder ser líder, fobias, en definitiva, a no dar la talla que él cree que debe de dar.

Lo dicho, Una lástima.

Es increíble como existe gente que puede estar considerado como alguien serio, cuando la realidad dista mucho de ser verdad. Afortunadamente cada vez más la gente es menos inculta y menos tonta, dándose cuenta rápidamente de este tipo de gente y rechazándolas, considerándolos cada vez más en unos cantamañanas, en gente en la que no se puede confiar.

Papá Vader.